En Chile se viven las protestas más grandes desde el retorno a la “democracia”. Mientras el gobierno decreta estado de excepción y toque de queda en varias ciudades, Chile se declara en estado de rebeldía.
Todo comenzó en Santiago el 14 de octubre, como una movilización de estudiantes secundarios decididos a evadir el pago en el metro (1), ante el alza de la tarifa. Esta situación, que apenas constituye una falta en términos legales, fue duramente reprimida y durante los siguientes tres días se vivieron episodios similares. El día 18 de octubre balearon a las y los manifestantes en plena Estación Central.
Esta fue la gota que rebalsó el vaso. Una manifestación que comenzó pacífica, tomó dimensiones de sublevación popular ante la violencia represiva y las irresponsables e inoportunas declaraciones de los Ministerios (2). Ya no eran solo estudiantes secundarios evadiendo, eran poblador@s, trabajador@s, adult@s mayores y familias que se unían a l@s estudiantes con cacerolazos en distintos puntos de la capital.
Es así como tras el cierre de algunas líneas de metro, y al tiempo que se realizaban manifestaciones en las calles de la capital, el 19 de octubre a media noche Sebastián Piñera declara estado de Excepción Constitucional en la Región Metropolitana, dejando al mando de la región al General Iturriaga, familiar directo de un ex-agente de la DINA (policía secreta de Pinochet), quien despliega a los militares.
Por primera vez desde 1987, últimos años de la dictadura, miles de soldados patrullaban las calles de Santiago. Esa misma noche en la capital arden cerca de 70 estaciones de metro y algunas tiendas de retail, también se registraron algunos saqueos en supermercados, mientras el descontento, que ya no es solo por el alza de la tarifa de metro, sino contra las injusticias del modelo neoliberal y la militarización de Santiago, desborda las calles de la capital y varias ciudades.
El gobierno reacciona extendiendo la Excepción Constitucional a las regiones de Valparaíso y Bío-Bío, quedando bajo el poder de la Marina. A su vez, decreta toque de queda en seis ciudades del país, quedando suspendidas las libertades de tránsito y reunión a partir de una determinada hora.
El toque de queda ha sido desacatado masivamente en muchas ciudades, el pueblo se reúne tocando cacerolas y prendiendo barricadas en las calles, enfrentándose a una feroz represión, mientras cada vez se suman más ciudades a las manifestaciones a lo largo del territorio. La represión incluye balazos a quemarropa, gases lacrimógenos, carros blindados y tanques en las calles, torturas a detenid@s, desapariciones momentáneas y asesinatos. Estos hechos no están siendo cubiertos por la prensa oficial con el debido detalle.
Lo que oculta el cerco informativo
Mientras los medios independientes realizan un gran esfuerzo por dar cobertura a la protesta social en las calles y registrar los casos de abuso de poder, la prensa oficial enfoca su programación en el daño a la propiedad privada, propagando el miedo entre la ciudadanía y justificando la presencia de fuerzas armadas en las calles, ocultando los reales motivos del descontento popular.
Según el Instituto Nacional de Derechos Humanos, al 10 de noviembre se registran 23 muertos por agentes del Estado. 5.565 personas detenidas. 1.915 personas heridas, de las cuales 384 por armas de fuego. Además, hay denuncias de desnudamientos, maltratos físicos, verbales y demoras en el traslado a comisaria.
También se habla de al menos 9 personas desnudadas en procedimientos policiales y denuncias de los detenidos de uso desmedido de la fuerza al momento de la detención, vejaciones injustas a niños/as, torturas, vejaciones sexuales, entre otras vulneraciones. [Noticia en desarollo…]
Las razones del descontento popular
Hoy las protestas responden a las carencias que vive el pueblo chileno, producto de la privatización del sistema de pensiones, las carreteras, la salud, la educación y el agua, además de contar con un elevado costo de vida, en contraste con los bajos salarios que recibe la población. Se estima que el 70% de la población gana menos de 770 dólares al mes y 11 millones de chilenos, de los 18 que tiene el país, tienen deudas, según cálculos de la Fundación Sol.
Esta situación también es sufrida por los pueblos originarios del territorio. Por décadas, la militarización ha sido la respuesta del Estado (independiente del gobierno de turno) a las demandas del pueblo mapuche ante la usurpación de su territorio. El gobierno de Piñera se ha dedicado a polarizar este conflicto, quien desde el 2017 ha desplegado el llamado Comando Jungla, efectivos de fuerzas especiales de Carabineros entrenados en Colombia. Ellos son los culpables del asesinato del comunero Camilo Catrillanca en noviembre del 2018.
Otra demanda que genera consenso en Chile es la necesidad de recuperar la educación «pública, gratuita y de calidad». Esta se instaló en la agenda pública luego de las movilizaciones estudiantiles del 2006 y 2011. La respuesta de Piñera ha sido la aplicación del terrorismo de Estado contra los estudiantes, con su plan «Aula Segura», con el que este año hemos sido testigos del secuestro de estudiantes en el Instituto Nacional desde sus salas de clases, por parte de Carbineros, quienes han ingresado al establecimiento educacional con gases lacrimógenos reiteradamente.
Estamos ante la consecuencia de varios años de represión y una creciente organización social que se opone a ésta y a las medidas de profundización del capitalismo extractivista neoliberal que impulsa la clase política. Por ejemplo, hace unas semanas el Senado aprobó el acuerdo Transpacífico TPP-11. Recordemos que para noviembre se planean en el país la cumbre ecologista COP-25 y paralelamente la APEC, por la cual pretenden venir a Chile los mandatarios de varios países (EE.UU, Brasil, Argentina, etc.).
A todo lo anterior se suman las demandas del movimiento feminista, que el año pasado tuvo un Encuentro Plurinacional de Mujeres que Luchan, y que exige aborto libre y el fin a la restrictiva política sexual y reproductiva. Además de derecho a la vivienda, nueva ley de migración, ley de medios con perspectiva feminista y fin al extractivismo.
Auto-golpe de Piñera
Hoy en Chile estamos presenciando una sociedad que explota a través del cacerolazo, la barricada, la solidaridad y la organización, pero se enfrenta a un gobierno de derecha que extingue el fuego con gasolina, presumiblemente generando el caos con el propósito de justificar la presencia militar en las calles.
Algunas lecturas ya hablan en Chile de un auto-golpe de Piñera y la casta militar, presumiblemente con el objetivo de reinstaurar la dictadura, de la que Chile salió hace solo tres décadas.
Recordamos en esta coyuntura, que el pasado 10 de Octubre, en la ciudad de Victoria, región de la Araucanía, un grupo de extrema derecha (APRA) cortaba rutas con el apoyo de camioneros, con la voluntad expresa que se declarase Estado de Excepción en Chile, algo impensable hace solamente unos días.
En Chile la situación es confusa y se han registrado casos (registrados en videos e imágenes por la población) en las que los mismos militares, carabineros o policía de civil son quienes comienzan barricadas, incendios a centros comerciales y saqueos en distintas ciudades. Ponemos en alerta a quienes nos lean en todo el mundo, a prestar atención a lo que pudiese suceder en el territorio de Chile en los días por venir.
La respuesta de la clase política
El gobierno ha respondido con un tardío congelamiento del alza en el transporte capitalino, errando en el fondo del asunto, el precio del transporte es sólo la punta de iceberg que motivó las protestas, pero lo que se encuentra hoy en crisis es el sistema capitalista neoliberal heredado de la dictadura. El que se sustenta en el libre comercio de recursos naturales como el agua y la privatización de todo lo que hoy debería constituir un derecho básico, todo lo cual ha generado problemas sociales en aumento que ninguno de los gobiernos “democráticos” ha querido abordar.
Radio Kurruf
Radio Agüita
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Notas:
(1) Metro: Tren subterráneo de Santiago de Chile.
(2) La represión en contra de los manifestantes comienza justamente tras las declaraciones de la Ministra de transporte Gloria Hutt quien afirma que los estudiantes no «tienen argumentos» para manifestarse y que se tomarian medidas como eliminar el beneficio de la Tarjeta Nacional Estudiantil (TNE) a quienes fuesen descubiertos evadiendo. Por otra parte ante el argumento de trabajador@s que se sumaban en el transcurso de los dias a las demandas por el alza, el ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine, declara que la tarifa rebajada del horario bajo del Metro es «una oportunidad para quien madrugue».
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