Las hermanas Gricel y Nora Ñancul, ambas werken del Lof autónomo Likankura, conversaron con la radio para relatar y documentar el proceso de recuperación territorial que llevan liderando hace siete años. Enfrentándose a amenazas, ataques directos y hostigamientos, sin embargo, se muestran firmes en su convicción de recuperar, defender la vida y el territorio.
El lof autónomo Likankura se ubica en el sector de Mulchén, octava región. Situado al interior del predio forestal de la empresa Mininco, en el límite del río Renaico, que actúa como frontera natural con la novena región.
Las hermanas Ñancul, provienen del otro lado de la rivera del río, desde allí atravesaron el Renaico con la ayuda de un bote y se establecieron en lo que hoy es reivindicado como el Lof autónomo Likankura.
“La iniciativa de todo esto, de querer recuperar para acá el predio forestal fue por motivos de que estábamos hacinados, estábamos viviendo en sitios en los cuales no se puede vivir dignamente, ni poder criar nuestros animalitos que tenemos”.
El llamado
Nora, fue la primera en llegar a recuperar, junto a sus dos hijos. Inicialmente la recuperación fue en el Fundo Rankilko, pero se vieron obligadas a abonar este terreno debido a los graves ataques que recibieron ellas e incluso sus hijos menores de edad.
“Decidimos retroceder al límite y quedarnos en el predio forestal y acá ya llevamos siete años. Pero desde el 2011 empezamos nuestra recuperación para este lado de la octava región. No sé, sentí una fuerza como que alguien me traía y yo siento que eran nuestros ancestros, veían el sacrificio y todo lo que estábamos viendo ahí y la tristeza de no poder salir adelante y me trajo a mi y a mis hijos”.
Nora, recuerda con nostalgia ese primer momento, ya que unos meses más adelante de llegar a la recuperación, fallece su hijo Maximiliano, el año 2020. El joven weichafe actualmente es recordado en un memorial al interior del Lof donde fue levantado un chemamull a orillas de un txayenko, lugar donde el weichafe quería descansar.
“De aquí no nos vamos a ir, esto ya es de nosotros, nos corresponde por herencia de nuestros ancestros. Aquí hay muchas cosas que nos pertenecen a nosotros, así que con mayor razón luchamos, y con la promesa que le hice a mi weichafe al Wenumapu”.
La resistencia del lof
El estado de alerta es permanente en el Lof, debido a que en más de una ocasión han tenido que paralizar trabajos de la forestal Mininco. Enfrentado tanto agresiones físicas, ataque con motosierra, como amenazas realizadas mayormente por el jefe de guardia de seguridad de esta empresa, según relata Grisel.
“Un día nos tiró la camioneta encima, nos amenazó que nos habían denunciado, que iban a llegar hasta acá a destruir la ruca y la preocupación de nosotros no es que nos destruyan la ruka, sino que destruyan el chinkolfoye (espacio ceremonial)”.
La preocupación es por la fileo, una joven que se prepara para ser machi en el lof y necesita del cuidado de los espacios ceremoniales, las aguas, las plantas medicinales y árboles nativos, todo en su conjunto.
Actualmente una de las luchas que está dando el lof, es precisamente declarar el espacio como un sitio ceremonial, Gricel, cuenta que ya han realizado nguillatun, palin y de a poco van fortaleciendo y recuperando su cultura.
“Vamos a quedarnos acá y acá vamos a estar siempre, aquí ya nos radicamos. Hacemos huerta, tenemos nuestros txayencos, estamos tomando mate con nuestros txayencos que salen ahora”.
El reportaje se encuentra disponible en formato video y podcast, para libre difusión, con el objetivo de dar a conocer la lucha del Lof Likankura en contra de la devastación provocada por forestal Mininco en sus tierras ancestrales.
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