Chile es un país que nos ha mostrado una de las peores caras del neoliberalismo escudado en un Estado criminal sin disimulo alguno, ya es conocido el levantamiento furioso de millones de personas a partir del 18 de Octubre para derribar el sistema que se sustenta en la desigualdad social que permite que el privilegio de pocas personas se sostenga a causa de la miseria de muchas otras. Han sido meses de lucha contra la policía chilena, siempre al resguardo de sus amos y señores.
Lo cierto es que con el Covid-19 y considerando que la salud pública en Chile ya era de mala calidad y la salud privada es pocas veces accesible para una gran parte de la población, es que la lucha que se estaba dando ha entrado en un proceso de hibernación, con el fin de protegerse primero y proteger a las personas mayores y tomar esas responsabilidades mientras que el tiránico gobierno de Chile decía estar preparándose desde enero para recibir al coronavirus, lo cierto es que la única preparación del Estado fue aquella que consistía en la represión de la población, pues se comenzó a invertir rápidamente en vehículos para reprimir.
En el tiempo en que hubieron cuarentenas parciales, con aroma a dictadura y en forma de toques de queda, el gobierno aprovechó la instancia para adoptar distintas medidas para proteger el orden económico neoliberal, blindarlo a costa del hambre de las personas y en desmedro de la salud, en donde incluso el nefasto ministro de salud Jaime Mañalich dijo que el virus puede mutar a “buena persona” el mismo ministro contabilizó a personas muertas por el virus en la lista de personas recuperadas, aquello mientras se promulgaron leyes para precarizar las condiciones laborales, congelando sueldos, permisos para las empresas para no pagar sueldos o hacer despidos masivos, o incluso a hacer llamados a trabajar por las cotizaciones mínimas, intentaron soltar a los presos por violaciones a los derechos humanos en dictadura militar.
Y si bien la gente hacia llamados para que se decretara una cuarentena general como en otros países, el gobierno insistió en que aquella medida era exagerada y que la clase trabajadora debía seguir exponiéndose a contagios mientras la clase alta se saltaba la cuarentena viajando dentro del territorio provocando muchos contagios, la irresponsabilidad del gobierno dio por resultado un aumento en las cifras que obligaron a una cuarentena general en la capital luego de llegar a números incontrolables, direccionaron la culpa hacia la población en sí misma.
Es fácil exigir quedarse en casa, para personas con casas dignas y refrigeradores repletos de comida y dinero en la billetera, sin embargo muchas personas se enfrentaron a la falta de alimentos, aquello llevó a una reactivación del movimiento que se había alzado en Octubre, comenzando desde la comuna de El Bosque, en Santiago, el hambre empujó a los pobladores hacia las calles nuevamente, señalaron que si no se mueren por coronavirus, morirán de hambre, todo esto sucede mientras el criminal Estado sigue invirtiendo en represión y en programas matinales de TV, se da espacio para que un alcalde pida represión y disparos para las personas que protestan por el hambre.
Es inminente un segundo estallido que reviente el orden genocida de esa casta política y empresarial y sus lacayos uniformados y armados, dispuestos a disparar a sus vecinos hambrientos con tal de obedecer las ordenes de sus superiores.
El Estado chileno ha demostrado que sus intenciones están muy lejos de salvaguardar la seguridad de las personas y su salud, sino que sus intenciones son las de darse tiempo para preparar la represión frente a la rebeldía que temen, darse tiempo para salvar el sistema que les permite gozar de los privilegios a costa del hambre de miles de personas que han perdido sus trabajos y no están percibiendo ingresos, no sólo debido a una pandemia mundial, sino que además por un tipo de orden que se sustenta en que algunos deben morir de hambre para salvar el modelo neoliberal.
El nivel de abuso del Estado criminal chileno ha traspasado todo límite y se fía de que jamás caerá y que la gente aceptó el proceso constituyente, sus firmas y alianzas partidistas como una solución postergada para una dignidad que en dicho caso seguiría basada en la desigualdad y el autoritarismo del Estado que se valdrá de los órganos de represión para apalear cualquier forma de rebelión, esa llamada democracia no puede existir entre desiguales, esa justicia que el pueblo chileno y mapuche espera no puede ser pactada con asesinos y mutiladores que ahora dicen que salvarán al pueblo al que hace algunos meses disparaban por la espalda dejando varios muertos. Chile un país que con militares “boinas negras” entrenados bajo la doctrina de la escuela de las Américas en las calles, aquellos de gatillo fácil, no buscan proteger personas sino la propiedad de los ricos frente a las recuperaciones de productos alimenticios que podrían darse próximamente frente al hambre que han financiado los sicarios sentados en el poder.
Desde las ollas comunes y la rabia organizada lo que se cocina es un nuevo estallido que está vez no sólo vendría con exigencias de una vida digna sino a causa del hambre.
Solidaridad con el pueblo chileno y mapuche, victimas de una dictadura neoliberal-militar, con un Estado que con total descaro reprime con gases y disparos a los hambrientos en medio de una pandemia mundial que ha sumados miles de muertos y muertas en todo el mundo.
Escrito por Meraki
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