“Entonces en nombre del progreso y del desarrollo, que es la misma promesa falsa del liberalismo del siglo XIX, estamos todavía sufriendo esta doble moral colonial, que autoriza la muerte de las culturas para promover la vida del capital que es una vida de esterilidad y de destrucción”
-Silvia Rivera Cusicanqui
Mucho ha ocurrido en la región chilena en unos cuantos meses. En solo días el territorio dominado por el Estado chileno paso de ser el oasis neoliberal del continente a la mayor revuelta que se recuerde en estos territorios, para de imprevisto vernos azotados por una pandemia que amenaza a la humanidad a escala planetaria.
Ante lo anterior, en las siguientes líneas pretendemos reflexionar respecto a la catástrofe ecológica detrás del surgimiento del COVID-19, las consecuencias de ello para nuestro contexto de revuelta -que entendemos se entrelaza a las otras revueltas alrededor del mundo- y su relación a lo que parece el inicio del colapso general del sistema-mundo capitalista. Todo lo anterior, con el objetivo de pensar la lucha ahora que, dejando las calles para el auto-cuidado, nos enfrentamos al aislamiento social de forma indefinida.
Quien nos mata es el capitalismo
La rápida circulación de la pandemia generada por el virus SARS-COV-2, y su enfermedad asociada el COVID-19, nos parece necesaria entenderla en su estrecha vinculación a los modos de producción capitalistas, así como con el rol de los Estados y sus necesidades. El asalto neoliberal, ha significado, la reducción de presupuestos en salud y la consiguiente reducción de camas hospitalarias, la falta de insumos y el crecimiento de las listas de espera. En provecho de mayores ganancias, miles han sido precarizadxs, negándoles una vida digna, mostrando que para el Estado y lxs capitalistas nuestras vidas no son significativas, sino que más bien sacrificables. En dicha línea, creemos que la actual crisis sanitaria generada por el coronavirus sucedería tarde o temprano. No es un apocalipsis, más bien es una expresión más del colapso de la vida sin sentido de capital, es decir, el colapso de la sociedad tecno-industrial que habiendo puesto demasiada presión sobre el planeta se aproxima al abismo.
Las crisis siempre son tratadas por lxs de arriba según sus propios intereses. El bienestar de la mayoría jamás es prioridad para quienes sacan cálculos de costo-beneficio y se preocupan principalmente de las razones de rentabilidad. El progreso y los modelos industriales han impuesto sobre la Tierra un dogma anti-físico y anti-natural, que no respeta los ciclos propios de la naturaleza. La ciencia occidental con su puesta al servicio de los intereses transnacionales ha sido cómplice de la generación de enfermedades mortales, no debemos sólo apuntar a los laboratorios militares y su búsqueda de nuevas armas biológicas, sino que también es importante prestar atención a como los avances tecno-industriales y sus regímenes de explotación han puesto las condiciones propicias para el desarrollo y propagación de plagas.
Desde sus orígenes la agroindustria ha puesto una enorme presión evolutiva a los virus y bacterias presentes en sus fábricas y granjas. La interacción y proximidad entre humanos y animales en industrias de explotación animal ha facilitado el paso de una enfermedad desde una especie a otra –salto zoonótico-, mientras que las cadenas de distribución de mercancías a escala planetaria han permitido la rápida circulación global de éstas. Las industrias de alimentos, por tanto, son responsables del aumento de la variación genética de peligrosas enfermedades al entregarles una amplitud mayor de ambientes socio-ecológicos en donde desarrollarse y evolucionar. Los circuitos mundiales de mercancías permiten una enorme cantidad de líneas evolutivas posibles, generando un caldo de cultivo ideal para el desarrollo de nuevas plagas que han visto como como una ventaja evolutiva una mayor virulencia en este contexto (1).
Por otra parte, la presión de la industrialización y el extractivismo mueve las fronteras de explotación constantemente hacia nuevos ecosistemas, el carácter totalizador del capital parece no dejar espacio en donde el medioambiente no se vea alterado por la actividad humana. La devastación ecológica ha reducido la diversidad ambiental con el que un bosque interrumpe las cadenas de transmisión de las plagas. A su vez, la conquista de nuevos ecosistemas locales altera actividades no industriales y que parecieran no estar directamente relacionadas a la industria, como por ejemplo, la caza artesanal que se ve forzada a explorar nuevos espacios con la llegada del agronegocio a sus espacios tradicionales, que obliga a cazadores a explorar nuevos ecosistemas, que abren la puerta a enfermedades desconocidas, cepas exóticas o anteriormente aisladas, que pueden propagarse con facilidad por medio de las cadenas de distribución planetaria. En dicha línea, hay compañerxs de la región china que hablan de plagas político-económicas, pues denuncian que es la agroindustria y el capitalismo los que abren la puerta a enfermedades potencialmente pandémicas con su expansión a nuevos territorios, siendo este el caso del coronavirus que habría encontrado su origen en la caza artesanal de murciélagos y serpientes en territorios antes no explotados (2).
Extendida una epidemia en una población animal encerrada por la industria dedicada a su explotación, siempre prima el rendimiento económico en desmedro de la vida de los animales. Se contiene el virus sacrificando a toda la población dentro del área que se cree contaminada. Por ejemplo, en el caso de la gripe porcina africana del año 2019 la industria sacrificó aproximadamente ¼ de la población de cerdos a nivel mundial como forma de detener su propagación (3). El ejercicio es tan común que los tratamientos veterinarios para enfermedades virulentas resultan raros en animales de consumo humano.
La producción en serie popularizada por Ford fue inspirada en los mataderos de Chicago. Las industrias imitan las prácticas que generan lo que ellxs llaman mayor eficiencia y eficacia, siendo la vida solo un número más dentro de la máquina capitalista. Los Estados viven de la explotación y el exterminio, su horizonte es la salud de la economía, jamás la calidad de vida de “sus ciudadanxs”. Pueden cerrar un colegio, pero mantiene centros comerciales y fábricas abiertas, con tal de no afectar los intereses económicos de lxs patrones.
Si la agroindustria posibilita la fácil propagación de nuevas enfermedades, la urbanización como la gentrificación reducen las capacidades de respuesta inmunológica producto del hacinamiento. Sumémosle la precarización de la vida -sea bajo el neoliberalismo o el modelo de capitalismo de estado chino- que se expande por el mundo y mantiene a enormes poblaciones en la desnutrición y bajo condiciones de insalubridad. Es decir, el modelo de mega-urbes de la actualidad también incide en la extensión de plagas cada vez más mortíferas. Allí donde el sistema de salud se ha negado a inmigrantes, se ha privatizado volviendo su uso un privilegio para ciertos sectores sociales y las camas hospitalarias son cada vez más inaccesibles para el común de las personas, es donde la tasa de mortandad se ha disparado cuando se ha enfrentado a la pandemia del COVID-19.
La estrategia de contención de la crisis
Sin apuntar a la raíz del problema, los Estados “reaccionan” a las crisis levantando muros -físicos y mentales-, buscando introducir lógicas carcelarias en la población. Llaman al aislamiento social con discursos del terror apuntando a sacar réditos que le permitan establecer un escenario soñado de control y restricción de la circulación apoyado por el miedo inmovilizador de la población. La derecha fascista da su solución: cerrar las fronteras y echar a los inmigrantes –incluso entregando nacionalidad al virus -como Trump, quien en sus notas sobre el coronavirus tacha “corona” y lo reemplaza por “chino”, el problema para él es un virus chino.
La respuesta estatal, por tanto, es contener los efectos económicos producidos por la pandemia. Se administra la muerte con tal de afectar lo menos posible a la bolsa. Como en varios otros sitios del globo, en la región chilena han sido lxs trabajadores quienes han debido presionar para efectuar una cuarentena efectiva. Sin embargo, ante el llamado a la huelga general para detener la pandemia, no debemos pasar por alto que lxs trabajadores independientes y lxs vendedores ambulantes han quedado totalmente expuestos en esta crisis, producto de su dependencia al ingreso diario que pueden conseguir. En una pandemia, un desastre ecológico, una crisis financiera, o cualquier calamidad que ponga a prueba el sistema económico-social, el Estado esconde el colapso del modelo capitalista generado por sus políticas ecocidas, pues apuntar al problema sería desmotar la maquinaria de explotación capitalista. En vez de generar cambios profundos nos lleva directo a los escenarios más distópicos, a la profundización del estado policial y nos invitan al egoísmo y el miedo a lxs otrxs.
En momentos en que las revueltas mostraban las grietas del modelo frente al empoderamiento popular, la pandemia ha sido la excusa perfecta para el oportunismo de lxs de arriba en su afán de recuperar el poder perdido. Sin embargo, y pese a que la crisis se ha utilizado por diversos Estados como una forma de militarizar la sociedad y avanzar en el control social no podemos dejar de señalar como ésta deja al desnudo las contradicciones propias del estado-capital, el cual difícilmente podrá dar una respuesta más allá de nuevos parches que eventualmente explotarán en nuevas crisis incluso aún más dramáticas. La contención para el Estado es minimizar y manejar la crisis, esconder su retroceso, ocultar su debilidad. En su oportunismo siempre se inclina por la “solución” que implique concentrar más poderes. Pacificación social y salud económica son sus prioridades y eso debemos tenerlo claro.
Sobre la revuelta y las posibles acciones a seguir
A 5 meses del inicio de la revuelta, la llegada del COVID-19 a la región chilena ha servido como un tanque de oxígeno para un gobierno que con menos del 6 % de aprobación recurría a diario al asesinato, las mutilaciones y la violencia política sexual. Marzo vio como las calles recuperaron la masividad pérdida en los meses de verano –los cuales, sin embargo, no tuvieron día sin importantes protestas- y se realizaron enormes manifestaciones contra el capital y sus instituciones; miles de estudiantes secundarixs realizando nuevamente fugas, evasiones masivas y tomas de liceos; históricas manifestaciones los días 8M y 9M que ponían en la mesa la urgencia de las demandas feministas; vecinxs a diario en plazas y espacios públicos se continuaban reuniendo y rearmaban el tejido social. En este escenario la pandemia fue un verdadero balde de agua fría para las comunidades en lucha y sus aspiraciones.
El argumento de la peligrosidad del coronavirus alimento el discurso del terror de los medios de (des)información masivos, que nos llamaron al aislamiento social, que inevitablemente nos trajo a la memoria los peores años del régimen neoliberal chileno. Sin desconocer la emergencia sanitaria que implica la propagación del coronavirus -que en estos momentos toma la vida de miles a lo largo del globo- es importante destacar el oportunismo del gobierno, que buscando recuperar legitimidad para las instituciones y las autoridades, se auto-proclamo como el salvavidas de la crisis.
Los cálculos económicos motivaron que desde el Estado el cuidado sólo quedará en el discurso del miedo, pues la mayoría de las empresas continuaron funcionando y exigiendo la presencia de lxs trabajadores, incluso luego de que se declarase el estado de emergencia por catástrofe y los militares nuevamente salieran a las calles. Sin ir más lejos, el primer acto del gobierno en el estado de catástrofe fue cercar Plaza Dignidad y pintar los rayados de protestas, es decir, buscar borrar la memoria de la revuelta, mientras que se anunciaba por cadena nacional la reducción de impuestos para las empresas y el permiso de pagar los salarios con el fondo del seguro de cesantía -que es un ahorro de los propios trabajadores- vemos la continua aglomeración en el transporte público de personas que aún deben asistir a su trabajo. En tal sentido, la congelación de deudas u algún ingreso mínimo garantizado, como medidas que hemos visto realizar por otros Estados no parecen estar en las alternativas del gobierno chileno (4). Aunque sabemos que la respuesta a la crisis no vendrá desde arriba, creemos que lo anterior refleja la despreocupación total por la vida por parte del Estado chileno, pues como ha sido históricamente, la presencia de las Fuerzas Armadas en las calles se vincula más al cuidado de la propiedad y los intereses de lxs poderosxs, que a una preocupación real por la salud de las personas.
La primera respuesta al virus en la región chilena ha sido social y vino desde abajo. Fueron primero lxs trabajadores de la salud quienes denunciaron el verdadero peligro que significa la pandemia y producto de aquello se ha gestado una cuarentena social autoconvocada, en donde las millares de personas que protestaban en las calles buscando el auto-cuidado colectivo decidieron abandonar las manifestaciones masivas. La paralización en lxs trabajos, por su parte, ha sido solo posible gracias a las presiones de los propios trabajadores que denunciaron con cacerolazos y otras formas de protestas la necesidad de detenerse para no acrecentar el peligro. En momentos que se escribe este artículo, la población de Chillwe se encuentra en las calles cortando con barricadas los accesos a la Isla -que aun no tiene contagiadxs- bajo el lema: “aquí no decide el Estado, decide Chillwe!”, denunciando las nulas medidas de seguridad de la industria acuicola.
La sensación de muchos es de decepción y desánimo frente al repentino abandono de los espacios públicos. Con menor capacidad de maniobra, aun así, las comunidades continúan su lucha, los cacerolazos se siguen escuchando cada día, surgen espontáneamente cortes de rutas para detener a turistas que no respetan la cuarentena social o en contra de empresas que aun obligan a sus trabajadores a presentarse sin ninguna medida de seguridad. Por su parte, han comenzado los primeros motines y protestas en las cárceles frente a las nulas garantías para lxs secuestradxs del Estado y su mayor aislamiento y abandono sufridos por las restricciones de gendarmería para ver a sus seres queridos.
El principal desafío para la revuelta chilena, por tanto, es el posible efecto de desmovilización y atomización de la pandemia. En efecto, es la solidaridad en nuestras comunidades y barrios lo que urge mantener para evitar el efecto desintegrador por el que apuesta el gobierno. Si la revuelta ha durado 5 meses ha sido justamente por el apoyo mutuo gestado desde el 18 de octubre. La empatía y solidaridad entre vecinxs parecen una primera respuesta frente a la incertidumbre. Cuidar a las poblaciones de mayor riesgo para que no se expongan al contagio, gestar cooperativas de abastecimiento, impulsar huertos urbanos y apuntar a reconstruir nuestra soberanía alimenticia son pasos urgentes, más allá de la duración de la crisis.
Ante la apatía de lxs privilegiadxs y su nulo cuidado para no propagar la pandemia -quienes han preferido seguir recurriendo a bares y centros comerciales, continuar viajando en masa a otras regiones y no respetar cuarentena alguna, aunque hayan estado en posibles focos de contagio en el extranjero-, es que debemos apoyarnos en nuestros círculos cercanos para salir adelante, porque solos quedaremos a merced del descriterio del Estado, el capital y sus representantes. Sin embargo, urge no caer en la retórica proveniente desde arriba que posiciona al contagiado como un bioterrorista, un nuevo leproso que apartar y aislar (5), que terminaría por extender y profundizar la sociedad carcelaria en la que vivimos.
Apoyo mutuo por la defensa de la Tierra
Frente a la incertidumbre de cuanto pueda durar la actual situación, pues el control del virus puede tomar meses e incluso pueden existir rebrotes que nos mantengan aislados intermitentemente, la mejor opción puede ser refugiarse en círculos de confianza, grupos de afinidad en donde consensuemos los riesgos que estamos dispuestos a tomar. El tamaño del grupo puede variar, pues muy pequeño puede que no nos saque del aislamiento y muy grande puede exponernos al contagio, lo importante es mantener el espíritu de fraternidad y apoyo mutuo, y poder accionar frente a las necesidades de nuestras comunidades (6). Un ejemplo pueden ser las redes de apoyo mutuo para lxs afectadxs por la pandemia que se han gestado en Europa y Norteamérica, grupos que ayudan a lxs ancianxs en sus compras, que reunen fondos para quien lo necesite, entre otras necesidades frente a la crisis.
El golpe dado por el coronavirus a la economía está cambiando radicalmente las reglas del juego, y de seguro el mundo no volverá a ser como antes. Si bien, puede ser el inicio del colapso del capitalismo está claro que éste no se derrumbará solo y menos sin buscar llevarnos con él. En estos días, en que se ha parado la producción mundial de formas sin precedentes, en donde el flujo de turistas se ha congelado y los animales han retornado a sus hábitats frente al abandono de estos por los humanos, creemos necesario cimentar nuevas formas de subsistencia que consideren la autonomía y la ecología como valores trascendentales en nuestra búsqueda de dignidad y libertad.
Esperanzadora es la reducción drástica de la contaminación a nivel mundial, que de seguro ha salvado millones de vidas humanas como de otras especies. Mientras nos recluimos en nuestras casas la naturaleza respira; la contaminación se redujo en grandes ciudades de China alrededor de un 30% y 50%, en Barcelona un 83% y en Madrid un 73%; en Venecia la ausencia de turistas a limpiado las aguas y en sus canales se vuelven a ver peces; en Cerdeña, se han logrado avistar nuevamente Delfines en sus costas; mientras en Santiago, se han visto Pumas diambulando en su sector oriente (7) (8) (9). Sin embargo, el respiro solo será momentáneo si volvemos a los ritmos de vida y producción antes de la crisis -e incluso puede haber un efecto rebote si la maquinaria capitalista en su afán de recuperar las ganancias pérdidas recurre con mayor fuerza a combustibles fósiles, por ejemplo.
La lucha por la defensa de la tierra, es la lucha en contra del agronegocio, y la industria capitalista en general, pues creemos es el único camino para detener el colapso ecológico y la amenaza a la vida. Que la revuelta continúe en el apoyo mutuo, a no detenerse, vamos hacia la vida!.
Gayi
Grupo Solenopsis / LaPeste.org
gruposolenopsis[arroba]riseup.net
25 de marzo, rimü
santiago, región chilena
Notas
(1) Rob Wallace, biólogo evolutivo y filogeógrafo especialista en pandemias señala, en tal sentido, lo siguiente:“La crianza de ganadería seleccionada y muy uniforme genéticamente elimina cualquier cortafuego inmune que pueda estar disponible para ralentizar la transmisión. Los tamaños y densidades de población más grandes facilitan mayores tasas de transmisión. Tales condiciones de hacinamiento deprimen la respuesta inmune. La búsqueda del máximo rendimiento, parte de cualquier producción industrial, proporciona un suministro continuamente renovado, el combustible para la evolución de la virulencia. En otras palabras, el agronegocio está tan enfocado en las ganancias que la selección de un virus que podría matar a mil millones de personas se considera un riesgo asumible.” Disponible en: https://marx21.net/2020/03/16/coronavirus-la-agroindustria-puede-provocar-millones-de-muertes/
(2) Contagio social: guerra de clases microbiológica en China. Disponible en https://lapeste.org/2020/03/giorgio-agamben-contagio/
(3) https://elpais.com/sociedad/2019/06/07/actualidad/1559901603_204742.html
(4) Ni mucho menos la nacionalización de ciertas industrias. Por ejemplo, el gobierno español nacionalizo la salud privada como forma de enfrentar la pandemia: https://www.abc.es/sociedad/abci-gobierno-pone-orden-consejerias-instalaciones-sanitarias-privadas-coronavirus-202003152113_noticia.html
(5) Ver: Giorgio Agamben. Contagio. Disponible en https://lapeste.org/2020/03/giorgio-agamben-contagio/
(6) https://lapeste.org/2020/03/sobreviviendo-al-virus-una-guia-anarquista/
(7) https://radio.uchile.cl/2020/03/20/el-planeta-respira-mejor-gracias-a-la-pandemia-del-coronavirus
(8) https://www.elsaltodiario.com/coronavirus/contaminacion-desciende-barcelona-madrid-estado-alarma
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