A eso de las 5 de la tarde del pasado 14 de noviembre en la comuna de Ercilla, ubicada en el corazón del Wallmapu (territorio mapuche dominado por el Estado chileno), cayó muerto otro mapuche a manos de la policía. Se trata de Camilo Catrillaca quien se encontraba realizando labores agrícolas en su tractor, cuando irrumpe la policía militarizada sin orden judicial, con decenas de efectivos, carros blindados, helicópteros y disparando a quemarropa sin mediar provocación. Uno de los disparos lo hiere de muerte y su cuerpo cae ante la mirada de un menor de edad que lo acompañaba en el tractor, quien fue detenido y torturado por la policía. Su testimonio ha sido clave para desmantelar el relato de mentiras e inconsistencias que elaboró la policía y fue replicada sin escrúpulos por los medios masivos de comunicación.
El argumento del enfrentamiento a tiros, los supuestos antecedentes penales de Camilo y la excusa de un robo de automóviles ocurrido cerca del lugar, fueron cayendo a medida que avanzaban las horas. Por otra parte, la tarjeta de memoria de las cámaras policiales era destruida por los responsables para ocultar la evidencia de su actuar.
Marcelo Catrillanca, padre del mapuche asesinado declaró a la prensa:
“yo siempre dije: mi hijo andaba trabajando con un tractor de la comunidad, por lo tanto, hoy día nuevamente queda demostrado que acá la policía hace montajes, inventa situaciones como pasó con el caso «Huracan», donde también la policía está siendo investigada. El señor Chadwick, Ministro del Interior, tiene que entender de que acá hubo masacre, acá a mi hijo se le mató por la espalda y a quemarropa, no estamos conformes con la decisión que se ha tomado.
Las protestas ante el nuevo asesinato brotaron por todo el Wallmapu y las principales ciudades de Chile, provocando la destitución y procesamiento por homicidio de los policías involucrados, la renuncia del Coronel y el General responsables del operativo, además de la renuncia del Intendente de la Araucanía, máximo representante del gobierno en la zona.
Camilo Catrillanca tenía 24 años de edad y era nieto del longko de su Comunidad Temucuicui, autoridad ancestral dentro del pueblo mapuche. Camilo era parte activa de la resistencia de su pueblo, ya el 2011 participó de las protestas en el Liceo de su comuna que exigían una educación intercultural que reconociera los saberes del mundo mapuche. Este mismo liceo, el año 2016, fue transformado por el Estado en un cuartel de la policía que terminaría asesinándolo. La Comunidad Temucuicui es especialmente azotada por la represión del Estado, ya que resisten al monocultivo forestal que invade la zona y promueven la recuperación de las tierras ancestrales del pueblo mapuche.
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