SEÑOR DIRECTOR:
En respuesta a la reflexión de Patricio Santibáñez “Comisión por la Paz, ¿una solución real?” publicada con fecha de hoy en la sección “Opinión/Correo de los Lectores” del diario La Tercera, es fundamental señalar que las políticas de restitución territorial no son las responsables de frenar el desarrollo de nuestra región. Las verdaderas causas radican en gran medida en el modelo de agricultura convencional y la industria forestal basada en el monocultivo, que han generado un “pozo sin fondo” al empobrecer masivamente los suelos de La Araucanía, afectando la calidad de vida de sus habitantes.
El monocultivo, especialmente de pino y eucalipto, ha devastado el medioambiente con pérdida de biodiversidad, erosión y escasez hídrica. Según un estudio de la Universidad de La Frontera, los suelos de la región han perdido hasta un 60% de su materia orgánica. Además, datos publicados en Human Ecology Journal (2021) evidencian que un aumento del 1% en plantaciones forestales se relaciona con un incremento del 0,16% en la población bajo el umbral de pobreza. En La Araucanía, donde las plantaciones crecieron un 42% entre 1997 y 2015, estos impactos son alarmantes.
Asimismo, la agricultura de monocultivo ha concentrado la riqueza en pocos actores, aumentado la dependencia de insumos como semillas, fertilizantes y pesticidas, sin generar beneficios para las comunidades locales. La degradación del suelo, producto de la sobreexplotación, ha reducido su capacidad productiva, tal como lo indica el informe 2022 de la ODEPA, Desafíos de la Agricultura y Desarrollo Rural en Chile. Además, según el informe técnico, Uso del suelo en el área rural: Acercamiento a los casos existentes (2021) elaborado a solicitud de la Comisión de Vivienda y Urbanismo del Senado, las parcelaciones han fragmentado el uso del suelo, limitando la eficiencia de los ecosistemas y las oportunidades de desarrollo.
Frente a este escenario, coincido con Santibáñez en que es urgente cambiar de enfoque. Sin embargo, no podemos desatender las deudas del Estado. Debemos repensar las formas productivas rurales con un modelo que combine justicia territorial y ecológica. La agricultura regenerativa, más allá de la agroecología, es clave para regenerar ecosistemas degradados, mitigar el cambio climático y restaurar los suelos. Este modelo, alineado con los saberes mapuche, prioriza biodiversidad, fertilidad del suelo y uso eficiente del agua, impulsando un desarrollo económico sostenible y respetuoso con las comunidades.
Repensar el proceso de restitución territorial no como un obstáculo para el desarrollo, sino como una oportunidad para redefinir nuestros modelos productivos, responde al llamado de Santibáñez por «soluciones modernas y sostenibles». Esta transformación permitiría sustituir el “Pozo sin Fondo” de un modelo productivo insostenible por uno que impulse la prosperidad de La Araucanía y garantice un futuro más justo para todos.
Temuco, 29 de diciembre de 2024.
Atentamente,
Ximena Sepúlveda Varas
Ingeniera Civil Industrial
Magíster en Desarrollo Humano Local y Regional.
0 comentarios