Este noviembre se está desarrollando la 2º edición del Festival comunitario de artes escénicas Memoria con funciones gratuitas hasta el 30 de noviembre en centros penitenciarios, escuelas, jardines infantiles, sedes vecinales y plazas públicas de Temuco, Padre Las Casas y Freire. Su inauguración fue el 8 de noviembre en el Teatro Municipal de Temuco con la obra de teatro “Libertad de las maravillas” de la compañía Okliria Oficios Escénico de Quellón, Chilwe. El fotógrafo y realizador audiovisual Felipe Cona de Treile Media asistió y escribió este texto crítico de teatro.
Por Felipe Cona, Treile Media.
La idea de libertad está en disputa con las paradojas actuales, cuyas voces más estruendosas defienden la libertad de no tolerar. Naturalizando la xenofobia, la homofobia y las violencias estructurales hacia la clase obrera. Libertad que puede ser comprada como un bien de consumo más. Entonces, en estos tiempos se hace imprescindible reflexionar sobre aquellos conceptos que el movimiento reaccionario se apropia para sí mismos. ¿Desde dónde se puede reflexionar? ¿Desde una isla mágica, perdida en los confines del mundo?
La obra de teatro “Libertad de las maravillas” de la compañía Okliria Oficio Escénico, proveniente de Quellón, Chilwe, nos propone volver a creer en una libertad basada en los sueños. En una sociedad donde la solidaridad, la memoria y la empatía son sus pilares.
Una pequeña biblioteca del pueblo es el símbolo de esa emancipación. La abuela Chuchu, lleva en su memoria los relatos de aquella libertad usurpada por la violencia estructural y lo que parece una de las muchas historias brutales de la dictadura termina siendo una causa para las consecuencia de los tiempos actuales.
Habla de un relato cultural que la clase obrera ha ido perdiendo, porque los fundamentos de aquellas ideas de libertad se han ido quemando, siendo reemplazadas por las ideas que el capitalismo quiere imponer. Entonces el esfuerzo es llevarnos a una ensoñación estética teatral de máscaras que caracterizan sueños que lograron escapar de la quema. Un montaje en apariencia minimalista, pero que lleva el peso cultural del acento de una isla, que en su aislamiento puede llevar, en cada una de las palabras, la idealización mágica de la mitología de la isla de Chillwe. El elemento unificador de esta estética es la música, que armoniza las escenas dando significación a las transiciones del drama.
No hay que obviar que se trata de una obra que le habla a las infancias. Quisiera estar en sus zapatos para saber cuál es la experiencia que ellos vivieron. Quisiera recordar cómo se sentía ser niño y exponerme a esos diálogos de títeres pulcramente caracterizados que interactúan con el público. Si ya siendo adulto me pude sumergir en una atmósfera mágica, creo que los niños y niñas se llevaron un sueño despierto.
La atención total de las decenas de infancias que asistieron nos habla del cómo una obra que con una sola persona que se desdobla en todos los personajes -caracterizado por Niko Sepúlveda- ejecutado con un trabajo estético sofisticado y sincero a la vez, puede ser un ejercicio de desalienación de las pantallas donde podemos poner pausas cuando queramos.
Los niños y niñas no son tontos, saben apreciar un trabajo bello y sincero cuando se les ofrece y amar la interacción real que nunca podrá tener una pantalla. La libertad también se expresa en esos diálogos, donde se rompe la cuarta pared y los sueños personificados dialogan con el público presente. Puede parecer un cliché en el que la mayoría de las compañías de teatro infantiles se encuentran, pero a mi parecer, creo que es un canon necesario para el desarrollo de la imaginación y el desplante de las infancias. Poder hablar en público desde una libertad de expresión sensorial incentivado por el relato que se va enriqueciendo con dicha interacción, con la comprensión de los hechos relatados. Con la empatía que les generan los personajes.
¿Sé puede pensar la libertad desde la memoria? La libertad en sus definiciones, terminan siendo imposiciones culturales hegemónicas. Para que exista la palabra libertad debe existir opresión. ¿Puede el que nunca fue oprimido pedir libertad?
Pensar la libertad desde nuestros propios territorios, de la mano con nuestra propia historia, y nuestros propios sueños que se han escapado de la masa informe del fascismo disfrazado de libertad. Este que transita sin máscaras mostrando sus propuestas por las universidades, foros, periódicos y noticieros, es el subtexto que se puede inferir de esta experiencia que nos aborda en un barco mágico que nos puede llevar a creer que se puede resistir y se puede volver a soñar de manera autónoma.
El permitirnos creer en esa libertad en que las mentes que se emancipan a través de la lectura, el teatro, las artes, como derechos transversales, pueda ser realmente el concepto de libertad, aunque intenten quemarla.
0 comentarios