Siguiendo con el periplo y en el interés en las múltiples facetas de la Premio Nobel, Ediciones Libros del Cardo vuelve con un nuevo volumen que recoge la experiencia «periodística» de Mistral como editora de Revista Mireya el año 1919, publicación de seis números sobre el rol docente y el campo educativo, pionera en su carácter en el país.
Diversas son las facetas por las cuales Gabriela Mistral es universalmente conocida y se encuentra en constante redescubrimiento por parte de la sociedad chilena. En el inicio del año escolar 2024, Ediciones Libros del Cardo releva uno de los principales: su rol docente, el cual desarrolló en diversas regiones.
Dentro de su ruta como profesora, Gabriela Mistral estuvo en la austral Magallanes, donde vivió entre agosto de 1918 y abril de 1920. Junto con ser enviada por el entonces Ministro de Justicia e Instrucción Pública del Gobierno de Juan Luis Sanfuentes, Pedro Aguirre Cerda, a dirigir el Liceo de Niñas de dicha ciudad, su misión se enmarcaba en la chilenización de dicho territorio aislado y distante, labor a la cual agregó algunas dimensiones más: «creó una biblioteca popular y fundó la primera escuela nocturna en provincias, haciendo hincapié en el desarrollo de las mujeres trabajadoras», como recoge el texto «Gabriela Mistral en el país de los chilenos olvidados», de Óscar Barrientos Bradasic.
Junto a ello se propuso problematizar y aportar al quizás inexistente debate sobre el rol de la educación en la sociedad y la ciudadanía, como fuente de desarrollo: «El Chile de las industrias, como el Chile de la grandeza histórica, debe salir de los colegios», señalaba Mistral en un texto recogido por Barrientos desde el diario El Magallanes, en 1918.
Es en ese periodo de tiempo que además de escribir su obra «Desolación», Gabriela Mistral fue parte del equipo editorial de una pionera revista que llevó por nombre «Mireya». En seis números, el descrito «mensuario de actualidades, sociología y arte», y bajo la dirección del poeta Julio Munizaga, la revista recoge poemas, citas de grandes pensadores, contenidos editoriales y un particular diseño a cargo de la artista Laura Rodig, parte de la delegación con la que llegó Mistral Punta Arenas.
Cómo revisa la poeta y editora Gladys González, a cargo de la investigación, compilación y selección del volumen Mistral editora. La Revista Mireya en Punta Arenas, «es muy importante el aporte desde el diseño editorial con sus 24 x 32 cm, corchetes en lomo, la tipografía, las ilustraciones de Laura Rodig, su compañera en Punta Arenas, la publicidad de tiendas de cigarros, calzado, confecciones de para señora y niñas, lecherías, maleterías, sastrerías, entre otros rubros, además de los circuitos culturales y de difusión entre Chile y Argentina que provocaban rápidamente el agotamiento de los números de la revista. Además, el dinero recaudado de las ventas se usaba para fines benéficos dentro de la propia comunidad».
Respecto a la denominación de la publicación, explica la editora, «Mireya es el nombre de la hija de Magallanes Moure y de un poema de Frederic Mistral, cuyo significado es admirable o espejo, dependiendo del origen de la etimología».
Un contenido multitemático y multiformato
«Dame el ser madre que las madres, para poder criar y defender como ella lo que no es carne de mis carnes», versa la oración de la maestra, uno de los contenidos de la revista firmado por Mistral, que junto a textos poéticos de su autoría y textos de intelectuales como Amado Nervo, Rubén Darío y José Martí, contextualizaban una perspectiva sobre el rol central que debía tener la educación en la sociedad y en el debate público: «Siempre he pensado que debiera haber en los periódicos una sección de crónicas de los colegios. ¿Cómo aprenden, de qué comodidades gozan, qué patios tienen para sus juegos?», es uno de los textos referentes a estas preguntas.
La revista, también ahonda en las perspectivas vanguardistas del ámbito escolar, y en la potencialidad de las infancias; instando a que «jamás debe hacer el maestro lo que el niño puede hacer por sí mismo». Junto a ello, aborda -entre otros temas contingentes del periodo- la aplicación de la reciente Ley de instrucción primaria obligatoria, destacando el problema de los bajos salarios de los docentes.
En definitiva, se proponía la revista -que se vendía a un peso de la época-, «Mireya será luz, perfume, color; será rocío que vivifique la sacra flor del espíritu y será cauterio que extirpe los malos gérmenes que infeccionan las almas». Mireya «es una construcción de belleza destinada a irradiar en el alma obscura de este pueblo mercantil».
Cómo cierra Gladys González, la invitación es a «analizar la visión de mundo que observaba y la que proponía Mistral, en el contexto de su rol en Punta Arenas, las posibilidades del ser mujer y estudiante que activó mediante la Escuela nocturna, la homogeneidad en uniformes escolares para que las alumnas pudieran tener ropa para ir a la estudiar, las vacaciones de invierno que propuso y las enseñanzas desde la mirada de la masonería».
«Mistral editora. La Revista Mireya en Punta Arenas» de Ediciones Libros del Cardo ya se encuentra disponible en venta en librerías y en internet. El volumen se suma a la compilación «Textos sobre Naturaleza», «Herbario Mistraliano. Diarios y cuadernos de jardín», «Iniciática, astral y precursora» y «Cuentos y autobiografías inéditas» que expone un lado poco explorado: su visión del autoconocimiento, naturaleza, la espiritualidad y el vivir en armonía y comunidad.
Por Francisca Palma Arriagada / francisca.palma.arriagada@gmail.com
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