Breves reflexiones en torno al ciudadanismo Latinoamericano y la lucha revolucionaria en Chile

Jul 20, 2020 | Artículos / Reportajes / Entrevistas

El contexto Latinoamericano

Los procesos sociales que han surgido en Latinoamérica durante las últimas décadas, han marcado la pauta para el desarrollo de nuevos contextos en las luchas tanto reivindicativas como revolucionarias a lo largo del territorio. El histórico atropello al cual se ha visto sometida la población en general por parte de los sectores dominantes y el capitalismo corporativo, han desencadenado nuevas perspectivas de lucha que muchas veces bordean en la socialdemocracia y las reivindicaciones ciudadanas. 

En este contexto se han instalado diversas discusiones en torno al respeto a los derechos humanos como premisa inalienable, promoviendo la diversidad y la alteridad de la sociedad en su conjunto, planteando mejorar las condiciones materiales y sociopolíticas de los grupos que entran en conflicto con el Estado/Nación, develándose desde el inicio, las nulas intenciones de éste, por respetar los derechos humanos y la diversidad cultural alterna.

Bajo el histórico proceso de colonización y/o colonialismo interno, van surgiendo diversas reivindicaciones sociales, políticas y de corte étnico[1],  buscando el reconocimiento de la población y de lo indígena que ha sido subyugado desde la constitución de los Estados/nación, hasta hoy en día. Sin embargo, el clima político vivido hace un par de décadas a nivel mundial (Guerra fría) promovió el surgimiento de numerosas guerrillas de liberación nacional, influenciadas por diversas lecturas del marxismo.[2]

Muchas de estas reivindicaciones vieron truncada su lucha revolucionaria debido al intervencionismo aplicado por Estados Unidos en toda Latinoamérica y la implementación de dictaduras que lograron desarticular los movimientos revolucionarios de izquierda, bajo la extorción, la tortura, el asesinato y represión.

Este escenario promovió un proceso de despolitización de la sociedad y persecución política a lo largo del continente, permitieron la reelaboración de las ideologías estatales, buscando proteger al sujeto despolitizado e integrándolo bajo la premisa de derechos y deberes, de esta manera empieza a tomar fuerza la idea del ciudadano como un protagonista de los cambios que muchas veces son promovidos por los propios estados.

Las políticas neoliberales instauradas a la fuerza marcan un quiebre en la continuidad histórica de las luchas revolucionarias. Con el retorno a las “democracias”, el miedo provocado por las dictaduras y el discurso socialdemócrata establecido por las izquierdas renovadas que consiguieron sus migajas en el poder, se pierde el espíritu revolucionario y comienzan a surgir las luchas ciudadanas y los movimientos sociales reivindicativos.

Alain C. describe este contexto global planteando que “…enterrada la revolución, cuando ya ninguna fuerza se sentía capaz de emprender la transformación radical del mundo y en vista de que la explotación seguía su curso, era necesario que se expresara alguna forma de contestación. Este fue el ciudadanismo.” (El Impase Ciudadanista, Alain c. pp. 7) De esta manera la lucha ciudadana se presenta como un actor relevante en la sociedad actual.

Debido a esto, se ha puesto en la palestra las reflexiones sobre de la subjetividad y colectividad de las acciones sociales, el concepto de ciudadanía, las ideas de identidad e identidades colectivas ya sean étnicas o “modernas” y los conceptos de etnia y etnicidad.

El resurgir de estas ideas golpea fuerte en las reivindicaciones indígenas a nivel internacional, más bien surge una relectura crítica del indigenismo a partir de los 90’ marcado por un incipiente ecologismo para defender la tierra y el territorio[3] de los grupos en conflicto. Esta situación permite una rearticulación de la lucha de corte reivindicativo, pero ahora bajo la demanda internacional, recurriendo a tratados como 169 de la OIT, a la ONU, OMS y OMC, para mejorar las condiciones de los grupos Y/o minoría en conflicto. Si bien estas reivindicaciones han favorecido a ciertos grupos que han visto una solución provisoria a sus problemas, la finalidad de estas políticas internacionales busca perfeccionar al Estado y eliminar el conflicto social latente.

Es necesario comprender que la conceptualización utilizada solo pretende facilitar el análisis, categorizando ciertas cuestiones, sin embargo es indispensable entender la contextualización histórica y el dinamismo intrínseco que poseen los conceptos abordados.

 En el caso particular donde entran en conflicto los grupos étnicos, es imperioso comprender que la etnicidad no es un conjunto intemporal de rasgos culturales transmitidos generacionalmente, sino que es un proceso dinámico que permanece en constante movimiento y resignificación por parte de los grupos étnicos. Para el caso de las identidades, estas pueden ser individuales o colectivas, y muchas veces se ven desplegadas bajo una mirada estratégica para conseguir ciertos beneficios del Estado y no atentar contra él.

Por último, cabe destacar que el ciudadanismo se presenta como el proyecto post-dictaduras para reforzar el Estado, promoviendo al sujeto ciudadano como base activa de su política, como claramente se vivió en Chile con el plebiscito y la transición dictadura-democracia. “La finalidad expresa del ciudadanismo es humanizar el capitalismo, volverlo más justo proporcionándole de alguna forma un suplemento de alma. La lucha de clases es sustituida aquí por la participación política de los ciudadanos que no solo deben elegir a sus representantes, sino además actuar constantemente para hacer presión sobre ellos con el fin de que apliquen aquello para lo que fueron elegidos…” (El Impase Ciudadanista, Alain c. pp. 3) por lo tanto, las reivindicaciones y luchas ciudadanas nunca desbordaran al Estado, ni mucho menos tendrán un carácter revolucionario, más bien se presentan como la nueva base ideológica del poder, para seguir perpetuando el estatus quo de este.

Ruptura y conflictividad con el Estado

Desde una perspectiva anarquista el conflicto con el estado deviene en una relación intrínseca, debido a que éste se presenta como la figura material de la autoridad y el poder, legitimándolo mediante la dominación y el sometimiento de la colectividad. Esta división entre oprimidos y opresores se presenta como una declaración de guerra por parte de los detentadores del poder, que pretenden subyugar a la comunidad mediante relaciones autoritarias, perpetuando el estatus quo del Estado.

“…la nueva disposición vertical entre la base y la cúspide, es la gran ruptura política entre detentadores de la fuerza, sea esta guerrera o religiosa, y sometidos a esta fuerza. La relación política de poder precede y fundamenta la relación económica de explotación.” (La Sociedad contra el Estado, Pierre Clastres)

Por consecuencia, entendemos que la lucha revolucionaria y/o anárquica desencadena una constante conflictividad con el Estado, que se intensifica a medida que se develan las contradicciones del mismo, promoviendo el enfrentamiento violento y la lucha constante contra la cúpula del poder. 

Para el caso grupos que no se plantean desde una mirada anarquista, es fundamental entender los procesos históricos y los contextos sociopolíticos en la lucha, tanto de los movimientos sociales como indígenas, que marcan el devenir de quienes entran el conflicto con la autoridad. El despertar de la conciencia de los grupos minoritarios y colectividades, han articulado diversas formas de participación y críticas a la homogenización obsoleta de los Estados Nación. Esto promovió las discusiones y un amplio debate que hoy en día se ha consolidado bajo la idea de luchar por la tierra, la libertad, la autonomía y la autodeterminación.

La condición heterogénea de los países latinoamericanos bajo la mirada homogenizante de los Estados Nación ha generado una serie de conflictos que cuestionan la igualdad planteada bajo una construcción moderna. Esta pretende continuar con la subordinación de los grupos étnicos y todos aquellos que pretendan cuestionar el poder, manteniendo las contradicciones ideológicas y conceptuales, que han utilizado los países para definir a sus integrantes. El “ciudadano” buscando una integración en igualdad de condiciones para todos los individuos de un país, entrando inmediatamente en conflicto con la diversidad y la diferencia de las “minorías”[4] y grupos étnicos.

La nación unificada planteada en los países de Latinoamérica amenaza lo que Bartolomé (2004) llama la existencia cultural alterna, es decir el derecho a la diferencia que se debe reconocer a los pueblos, planteando que el carácter plural, múltiple y la riqueza de la diversidad cultural humana, se ve agredida por la expansión de las hegemonías estatales que solo buscan la homogenización de la diversidad. Según este autor los estados nacionales se han encargado de aceptar derechos que en la práctica no pueden ser ejercidos por los grupos afectados que ven coartados sus proyectos históricos (Bartolomé 2004). Esto se ve reflejado en la idea de ciudadanía aceptando la igualdad y libertad de todos los individuos en la teoría, ya que en la práctica los grupos indígenas y “minorías” quedan subordinados a una desigualdad y a una violencia de Estado que no respeta la diversidad, esta integración violenta también genera en los grupos sociales y/o étnicos una identidad por oposición que busca reparar el daño ejercido por el Estado, reivindicando derechos de autonomía que satisfagan a los pueblos o “minorías” sociales (Gissi 2008).  

Esta situación refleja la compleja relación que se ha dado entre el Estado y los grupos conflicto, los cuales acrecientan las organizaciones y colectivos que intensifican las movilizaciones a raíz del avance de los estados nacionales y su apertura a los mercados internacionales que buscan apropiarse de los recursos naturales en territorios mayoritariamente indígenas, aumentando a su vez el número de organizaciones de corte étnico. Según Díaz-Polanco lo novedoso no es el número ni la presencia misma de los movimientos indígenas sino el cambio que comienza a manifestarse en los procesos de transformación en Latinoamérica entorno a la problemática étnica (Díaz-Polanco 1999)[5] 

La apertura internacional de los conflictos y la contradicción de la privatización de casi todos los elementos de la naturaleza se transforma en un problema permanente para la población en general y en particular para pueblos originarios que ven afectado su territorio y su autodeterminación, esto esconde bajo la idea de globalización las viejas perspectivas obsoletas de progreso y civilización que lleva a los Estado/Nación a privatizar, sin tomar en cuenta las decisiones de los grupos minoritarios, étnicos, y de la población en general, buscando solo el desarrollo económico que beneficia a un grupo privilegiado del país, que es el mismo que toma las decisiones a nivel nacional llevando a la contradicción tanto de ciudadanía como a la idea de globalización (Anaya 2008) 

El conflicto social latente y la ruptura con el Estado/Capital, develan las contradicciones y posicionan a los discursos revolucionarios, y los discursos socialdemócratas en una dicotomía irreconciliable, debido a que este último no pretende superar al Estado y su sistema, sino que se plantea como el sustento ideológico dominante que criminaliza cualquier desarrollo de los proyectos políticos de los grupos en conflicto. Es aquí donde se configura lo que conocemos como el enemigo interno (El terrorista), con la finalidad de legitimar la violencia ejercida por el poder.

Debido a esto, poco a poco se han ido configurando análisis políticos con mayor profundidad que pretenden desbordar las luchas ciudadanas y reformistas, los grupos que entran en una conflictividad con el Estado, han comenzado a realizar una  crítica más certera.

Las demandas socialdemócratas no logran, y nunca han logrado una solución sustancial de las problemáticas sociales, sino que promueven la pasividad del conflicto latente, poniendo paños fríos en mesas de negociación.

Se comprende que la única solución al problema es atacar su raíz, es decir al Estado, transformándose este como el eje central de los problemas de la sociedad. Cuando se percibe a éste como la institución autoritaria, despojada de su velo democrático y mostrándose como un ente homogeneizador que impone discursivamente su ideología de manera sutil o mediante la violencia si es necesario, se radicaliza el conflicto transformándose en una lucha revolucionaria. Es en este momento cuando las colectividades y pueblos se cuestionan la existencia del Estado, promoviendo el derecho a la libre determinación y/o autodeterminación con sus diversas formas de autogobierno según las condiciones y los contextos sociopolíticos de cada grupo (Díaz-Polanco1999)

Las luchas contemporáneas, los pueblos originarios y su debate internacional. (A modo de conclusion)

La globalización en el mundo contemporáneo y en luchas de los movimientos sociales indígenas y no indígenas, trae consigo efectos tanto negativos como positivos en los diversos casos, si bien la industrialización de los territorios indígenas y la privatización de sus tierras ancestrales generan un conflicto violento de corte étnico, también se generaran situaciones que benefician a estos grupos y minorías sociales debido a la creación de organizaciones internacionales que buscan defender la diversidad y los derechos humanos tanto colectivos como individuales, superando la ideas liberales de los derechos solamente individuales, sino que se abre la defensa de la diversidad cultural como colectivo que no es excluyente de los derechos humanos a nivel personal (Bello y Aylwin 2008).

Por lo tanto, la globalización no debe entenderse solo desde la perspectiva económica de la apertura de los mercados, sino que también debe tomarse en cuenta el avance de las tecnologías que permiten comunicar a tiempo real las situaciones que ocurren al otro lugar del mundo y ver las similitudes de los conflictos sociales y/o étnicos en otros sectores, dando paso a organismos internacionales en defensa de los derechos políticos, ciudadano, humanos y económicos, aquí encontramos entidades como la ONU, la OIT, convenios internacionales como el 169, etc. Sin embargo, como se mencionó anterior mente, estos organismos no gubernamentales solo pretenden monitorear los conflictos en defensa de los derechos humanos, y a su vez, perfeccionar a los Estados que se han constituido bajo el sometimiento y desigualdades de los grupos/comunidades en conflicto.

Si bien a través de la globalización diversos pueblos han logrado conseguir transformaciones impensadas y avances en la autodeterminación en el ordenamiento jurídico internacional, defendiendo la soberanía, la integridad territorial y la unidad política de los grupos en conflicto, el concepto trae consigo desigualdades y aumento de la brecha económica entre ricos y pobres, seguir apelando a esta alternativa perpetúa la condición de subordinación de comunidades y grupos indígenas, independiente a su avance internacional, lo que queda demostrado en estados como el de Chile, que continua privilegiando el pseudo desarrollo y el progreso, antes que el respeto a la diversidad cultural y el cuidado del entorno natural, que su mayoría están en manos de extranjeros. Situación similar se ha producido en los sectores de la amazona y la deforestación de este en nombre de la globalización y el desarrollo, como también los megaproyectos que se desean implementar en Brasil en sectores indígenas.

Es necesario generar una diferencia entre los conceptos de conexión internacional y globalización, que sin lugar a dudas pueden mantener un velo democrático que en sus nexos más íntimos perpetúan las desigualdades sociales y amenazan las riquezas de una diversidad cultural alterna.

La conexión o interconexión global permiten conocer los conflictos que se desarrollan en otros lados del mundo, lo que permite adquirir experiencias de otros lugares y comprender que la contradicción del capitalismo se presenta a nivel internacional. De esta manera podemos observar, entender y analizar, lo que sucedió en Grecia y su conflicto con la Unión Europea, lo que sucedió en Ucrania, lo que está ocurriendo en el Kurdistán y lo que está pasando en Latinoamérica, no para repetir modelos de lucha de otros sectores y sacar ejemplos, sino más bien, comprender los procesos a nivel global y la radicalización del conflicto mediante nuestra propia historia y experiencia, asumiendo nuestras arrojos y posibilidades para el desarrollo de una proyección revolucionaria, lo que permitirá ir desenmascarando al ciudadanismo y las luchas reformistas abriendo nuevas vías para atacar al Estado/Capital.

Bajo esta perspectiva y según nuestro brevísimo balance, la radicalización de la lucha y la elaboración de discursos revolucionarios, permiten una relectura histórica de los procesos vividos en Latinoamérica. Se comienza a re-construir ese vacío histórico dejado por las dictaduras y se desborda el discurso ciudadano que venía estableciéndose como un actor político, mostrando su verdadera cara, la  de una ideología producida por una sociedad que no percibe  perspectivas de superación del sistema.

Es en este contexto donde vemos surgir nuevos movimientos en contra del Estado/Capital, como el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que el primero de enero de 1994 se presenta a la luz pública en México, planteando su declaración de guerra conforme a las leyes estipuladas en la Convención de Ginebra[6], donde claramente se percibe que los ecos del zapatismo han reinventado la práctica revolucionaria a la vez que actualizaron la orientación de un pensamiento -político- que se creía perdido (El Fuego y La Palabra, Gloria Muñoz 2004)[7]

En un contexto más contemporáneo y a menor escala, podemos ver la intensificación de la conflictividad entre el Estado y los grupos étnicos en Chile, en el denominado conflicto mapuche. Este se presenta como un punto de no retorno y en oposición con las reivindicaciones ciudadanas.

Las recuperaciones de territorio en la zona de conflicto mapuche se establecen como una exigencia de recobrar las tierras usurpadas por el Estado/Capital que ha sometido históricamente a los pueblos originarios.[8]  

Si bien en este caso particular existen luchas intermedias (socialdemócratas) que dialogan con los aparatos del poder para la recuperación de las tierras, también existe un proceso de radicalización de los sectores, que no han visto solución al conflicto mediante una reivindicación por medio del Estado, sino que apelan a la violencia revolucionaria para recuperar lo que les ha sido quitado mediante la fuerza.

Como plantea Díaz-Polanco (1999) existe un constante avance en las discusiones en torno a lo indígena, como también a las luchas generadas en distintos sectores por la autonomía y autodeterminación de su territorio y la conservación de su entorno natural, lo que permite formular nuevas perspectivas teórico metodológico y políticas que buscan comprender de mejor manera el fenómeno del reconocimiento de los derechos de los pueblos indios y en particular de su derecho a la autonomía. Sin embargo, esta visión no puede quedar en marcada solo en lo étnico, sino que permea a la sociedad en su totalidad, como ha sido demostrado en ciertos focos de conflicto en Chile.

Por ejemplo, el caso del conflicto Magallanico, comenzó a tomar fuerza la idea de la autonomía y autodeterminación, resurgió la identidad histórica que se creía obsoleta. La identidad magallánica vuelve a ser protagonista, donde en los muros de la ciudad se lee el resurgir de la Patagonia rebelde, recuperando el sentimiento de comunidad en lucha. Aquí en particular se desplego una identidad colectiva que entro en conflicto con el Estado/Capital, sin embargo fue coaptada por el ciudadanismo impuesto por el poder, dando respuestas provisorias a las problemáticas presentadas por la población en su conjunto, poniendo paños fríos al problema.

El Estado nuevamente ataca con su ideología imperante y ofreciendo pseudo-soluciones ante una situación de crisis, develando la verdadera cara de estas respuestas como un medio para preservar el orden existente.

Bajo la figura de deberes y derechos, el ciudadano se integra en el juego del poder, aspirando a la falsa ilusión de promover cambios estructurales, que a la larga nunca llegaron, es así como el movimiento social reivindicativo, reformista y ciudadano, se transforma en una lucha contra-revolucionaria.

No esta demás decir que esto también paso con Aysen (HidroAysen), donde se desplegaron identidades colectivas en confrontación con el Estado, donde la comunidad entro conflicto en defensa de la naturaleza y a su vez, levanto discursos de autonomía, los cuales fueron silenciados por la delegación, la dirigencia y el ciudadanismo. Aquí solo nombraremos al diputado Iván Fuentes como sujeto de derecho y deberes, transformado en un engranaje más de la ideología ciudadana.    

El desglose de experiencias históricas que no han logrado desbordar al Estado podría ser extenso, paso recientemente en Chiloe, anteriormente fue Tocopilla, pero ¿cuál es el problema sustancial según nuestro análisis? Que las ideas ciudadanas se han apoderado de la subjetividad de lxs sujetxs, se ha convertido en una ideología homogenizante que no permite ver el problema en su raíz, en su profundidad, entregando asistencia a los grupos en conflicto para mantener el orden establecido.

Como anarquistas debemos contribuir a desenmascarar esta situación, entender que no se le puede exigir solución al Estado de los problemas que el mismo provoco. Es indispensable revitalizar las ideas de autonomía, no como exigencia al poder, sino como una autonomía con real incidencia en la comunidad, empezar a practicar los tópicos que han generado miedo en el pensamiento anárquico porque han sido manoseados por la plataforma y la socialdemocracia, el apoyo mutuo, la solidaridad y la autogestión, deben re-encantarse con la anarquía y dejar de ser eslóganes vacíos de las luchas reformistas y ciudadanas.

Muchas veces nos restamos de estas luchas de corte étnico, o de ciertas reivindicaciones de tintes ciudadanistas porque no tienen un carácter revolucionario, sin embargo debemos comprender que la lucha por la defensa del entorno natural, no es un tema netamente ciudadano o étnico, la liberación de la tierra es parte de un conflicto histórico asumido por las ideas anárquicas, por lo tanto debemos estar presentes en el conflicto y otorgarle un contenido con mayor profundidad que supere la denuncia de una situación particular, apuntando a la radicalización del conflicto.

Es necesario desbordar la lógica conciliadora de la democracia, entendiendo el tema desde una significación real, no atacando al síntoma, sino apuntando hacia la enfermedad misma, lo que permitirá profundizar en una perspectiva clara de lucha contra el capital.

Como individualidades que se plantean en guerra con el orden establecido, se hace indispensable difundir el tema central del conflicto, avanzando en la profundización de estos, haciéndolos comprensibles para la totalidad de los individuos. Esto permite visualizar a quienes pretenden desbordar el ciudadanismo con una proyección revolucionaria y aquellos que pretenden perfeccionar las formas de explotación del hombre, de las especies o de la tierra.

Bajo esta perspectiva ningún individuo permanecería en un escalón privilegiado para comprender la profundidad del conflicto, sino que todos nos posicionamos en igualdad de condiciones para atacar al Estado/Capital.

De esta manera nos liberaríamos de las políticas izquierdistas, donde solo ciertos individuxs están más capacitados que otrxs para enfrentar los conflictos, promoviendo una “elite revolucionaria” o el surgimiento de vanguardias. Superando estas ideas, cada unx de lxs individuxs estaríamos en capacidades de pasar a la ofensiva en todo momento, tomando en cuenta nuestras posibilidades y arrojos, y eligiendo los medios de accionar que nos parezcan más adecuados.[9]

Es necesaria la recuperación de la noción de comunidad en lucha para adquirir autonomía y autodeterminación, lo que se puede traducir en procesos de liberación concretos, en prácticas cotidianas, y no quedarse en discursos abstractos sin ningún tipo de praxis revolucionaria.

Miremos hacia nuestra propia historia y comprendamos que las ideas anárquicas han estado presentes en estas luchas desde hace varias décadas, influenciando a grupos indígenas y cholas en Bolivia, a la población en general y al sindicalismo en Argentina y Chile, a los artesanos e indígenas en Perú, por nombrar algunos casos, es solo cuestión de volcarse a la propia historia para ver que la anarquía no es una idea de hoy en día en Latinoamérica, sino que posee su propia historia.  

Por último, debemos aprender de nuestras experiencias y enfáticamente centrarnos en nuestros errores, para avanzar cualitativamente hacia un proceso revolucionario y con una perspectiva clara de lucha, rompiendo el estado cíclico en el cual se ha quedado el anarquismo, donde hay muchos que se asumen como tal, y no pretenden dar el paso a la ofensiva quedándose en discursos tibios, lo que personalmente considero un anarquismo-ciudadano, feliz de permanecer en la precariedad de la lucha, para nunca intensificar el conflicto contra el poder, más bien estas posturas se acercan al izquierdismo socialdemócrata el cual plantea que no están las condiciones objetivas…. Somos nosotrxs quienes debemos propiciamos estas condiciones apuntando a una proyección revolucionaria…[10]

Escrito por Horacio Fierro

Publicado originalmente en lapeste.org


Notas

[1] Principalmente en Perú el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru plantea una reivindicación indigenista bajo un prisma marxista, ideología que tenía una gran aceptación en la época de los 60’, 70’ y 80’.

[2] Entiéndase marxismo leninismo, estalinismo, maoísmo, trotskismo, guevarismo, etc. donde figuran grupos como Sendero Luminoso, Frente Patriótico Manuel Rodríguez, Ejército Revolucionario del Pueblo, entre otros.  

[3] Entendemos como tierra el espacio geográfico material delimitado, a diferencia de territorio que involucra aspectos materiales e inmateriales de una cultura o grupo étnico.

[4] El poder categoriza como minorías a todos aquellos grupos que cuestionan la autoridad imperante del Estado, pero también hay que ser claros y entender que aquellos que apuntan hacia una lucha revolucionaria somos cuantitativamente menos que aquellos que defienden el ciudadanismo y las luchas reformistas y socialdemócratas.

[5] Se enfatiza en lo étnico debido a que la mayor parte de la población en Latinoamérica es indígena, sin embargo dentro de estos procesos y problemáticas afectan a la totalidad de la población y como se mencionó anteriormente, se generan procesos de identidad por oposición al Estado, como fue el caso de Aysen, entre otros.  

[6] Para mayor información léase la Primera Declaración de La Selva Lacandona 

[7] Se puede estar de acuerdo o no con los zapatista, o tener una crítica desde una perspectiva anárquica del proceso vivido en Chiapas, sin embargo se debe asumir que ha sido una de las pocas guerrillas de la época que ha enfrentado al Estado sin ser aniquilado en su intento.

[8] Los Mapuche utilizan el concepto de Wallmapu para denominar lo que ellos entienden como nación Mapuche, este a su vez logra diferenciar el territorio dominado por el Estado de Chile y  el territorio en conflicto reclamado históricamente por este pueblo. Es necesario destacar que desde una perspectiva anárquica nos posicionamos en contra de toda nación, sin embargo creemos que para abordar este tema en particular se necesita un análisis de mayor profundidad. El ser mapuche no es excluyente de ser anarquista, comunista o derechista por lo tanto el tema es mucho más complejo, por eso no se utiliza ese concepto en este escrito.

[9] Entiéndase que no se está valorizando acciones sean estas violentas o no, sino que comprendemos la acción directa bajo una perspectiva más amplia llevada a la cotidianidad de nuestras vidas. 

[10] Recordamos que la conceptualización utilizada solo pretende facilitar el análisis y lo descrito en este ensayo. Para los quisquillosos que pretendan desfragmentar las diversas interpretaciones conceptuales y etimológicas de este escrito, decimos desde ya, que no es una pretensión academicista, por lo tanto no entraremos en una discusión filosófica de los términos aquí descritos. Solo se pretende presenta un breve balance y análisis de la situación actual de la lucha. Por último, es necesario decir que entendemos que existe una izquierda renovada y socialdemócrata, y una izquierda revolucionaria que pasa a la ofensiva contra el Estado/Capital, obviamente aquí nos referimos aquellos que desean perpetuar el orden establecido.

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